sábado, 24 de octubre de 2009

¿Qué hacemos con el CO2?

Después de cerca de un siglo quemando petróleo y varios más haciendo lo mismo con el carbón, resulta que estamos produciendo un calentamiento global que puede producir graves consecuencias.
Y, como suele ser habitual, la solución llega un poquito tarde. ¿Qué solucion? Pues devolver el CO2 al subsuelo de donde salió.
Solo que lo que salió no fue, precisamente CO2, sino carbono -más o menos puro- e hidrocarburos. ¿Por qué, entonces, los proyectos de captura de CO2? Enterrar materia orgánica podría ser más fácil y efectivo. Yo tengo mi propio proyecto-fantasía: me encantaría comprarme una mina de diamantes abandonada y empapelarla.
Sí, claro. Igual que enmoquetar un desierto.
Solo que lo digo en serio. Las minas de diamantes son los agujeros más profundos que haya hecho el hombre. Al contrario de otras minas no hay galerías sino sólo un pozo largo, profundo, siguiendo la chimenea volcánica donde se formaron los diamantes. Hay minas de diamantes de más de tres kilómetros de profundidad.
Así que empapelarla debe ser un proceso sencillo: se tira el papel usado y ya está. Hasta llenarla.

Como ya dije en otro post anterior, la descomposición de materia orgánica suele general metano. Y el metano, no sólo lleva carbono -en proporción, más que en el CO2- sino que su incidencia en el efecto invernadero es superior. Las minas de diamantes son secas -de origen volcánico- y el papel no lleva suficiente agua como para mantener bacterias descomponedoras. Y, para mejor, las minas sudafricanas están situadas en zona desértica. Así que, lo dicho, ¡a empapelar una mina!
Me pregunto si el papel de abajo llegaría a compactarse hasta alcanzar la dureza del carbón. Son tres kilómetros...

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