miércoles, 26 de noviembre de 2008

¡Qué miedo!

Si hay algo que me da miedo, realmente miedo, es escuchar a otra persona decir que algo, lo que sea, es totalmente seguro, bueno y que no perjudica para nada.
Y es que, a estas alturas, soy ya demasiado viejo para creérmelo.
Empezó con los halones. Eran lo más de lo más. Más inertes que un gas noble, menos perjudiciales, más baratos. Perfectos, vaya. Luego resultó que no, que tenían trampa. Ahora los llaman CFC y están en la lista negra del mundo. Desde que se descubrió que esos angelitos se dedicaban en su tiempo libre a destruir la capa de ozono. Y, como la gente es optimista, tuvimos que esperar hasta las pruebas físicas reales –el agujero- antes de tomar medidas.
Después, los antibióticos. ¿Quién puede hablar mal de los antibióticos? Han salvado millones de vidas, son buenísimos.
Pero algunas voces discordantes decían que no se podían dar como si fueran sopa. Que se podían crear cepas de bacterias resistentes. ¿Y qué? Hay muchos, los investigadores descubren más todos los años. No hay problema.
Y tanto que no hay problema. Hasta tal punto no hay problema, que se venden en determinados productos de limpieza, para garantizar una higiene total. Lo más de lo más. Lo malo es que garantizan que, el producto en sí puede destruir el 99’9 de las bacterias, si se usa de la manera correcta. ¿Y si no se usa la manera correcta? En cualquier caso, el 0’1% de las bacterias queda incólume, lo que significa que, a la velocidad con que se reproducen, al día siguiente hay la misma cantidad de bacterias pululando por ahí. Cualquier cosa inferior al 100% no sirve de nada. Y se pueden crear cepas resistentes al antibiótico. Pero no pasa nada, ¿verdad?
Lo que, hasta los ministros de sanidad ignoran, es que a las bacterias les gusta el sexo. No es broma. Les gusta tanto que comparten información genética con otras bacterias sin importarle su raza, aspecto, color ni ocupación. Es decir, que son absolutamente liberales a la hora del sexo. Lo que significa que una bacteria resistente a un antibiótico se lo va a contar a todas las demás. A todas.
Por cierto, el 99’9 % y algunos nueves más de bacterias pasan de nosotros. Ni crean enfermedades, ni les gusta vivir en nuestro cuerpo. ¿Por qué esa manía con destruirlas?
Y, los antibióticos no son inagotables. Hay varias familias, y cuando se es inmune a uno, se es inmune a todos los antibióticos de la misma familia. En esa carrera, tenemos todas las de perder. Pero poca gente parece darse cuenta.
Pero, cuando realmente me entra miedo es cuando lo dice un político.
Los políticos tienen asesores. Y puede que alguno sepa de qué va el tema. Lo que no sé es si el político ha decidido usar lo que dice el que sabe, el que cree que sabe o el que le dice lo que tiene que decir para no hundir la industria del país. Ha ocurrido con las vacas (locas), los pollos (griposos), los cerdos (la fiebre porcina ha sido un secreto a voces en España por muchos años).
Así que, cuando alguien dice que algo es totalmente seguro, me echo a temblar.
Y, parafraseando a Tip y Coll, la semana que viene hablaremos de… la energía nuclear.

lunes, 17 de noviembre de 2008

¿Reciclar? ¡Pero que dices! (II)

Volvamos a las tres R:
-Reutilizar: volver a utilizar una cosa para lo que ha sido diseñada. Una botella, por ejemplo (el casco)
-Recuperar: utilizar una cosa (o parte de ella) para un objetivo distinto. Por ejemplo: hacer una lámpara utilizando como pie una botella.
-Reciclar: destruir un objeto para volverlo a crear.

Cuando las empresas de reciclado dicen que fabricar una botella cuesta 1.000 y reciclarla sólo 100 se está olvidando (un olvido totalmente voluntario) que reutilizarla cuesta sólo 1. Claro que no es de esperar que una empresa de reciclado tire piedras contra su propio tejado. Otra cosa son las administraciones que se ha subido al carro del reciclado porque es "políticamente correcto" olvidando lo realmente correcto.

Lo que viene al caso de un documental que he visto este fin de semana. Hablaba de África, de Costa de Marfil y del "mayor centro de reciclado del mundo". En ese sitio compraban coches y camiones usados (de más de diez años) y los hacían funcionar otros veinte más (REUTILIZACIÓN). Cuando ya no podía ser, lo convertían en cosas como carretillas (RECUPERACIÓN). En ningún momento se reciclaba nada, porque para eso se necesita una tecnología que no estaba a su alcance.
Recordemos: reciclar es volver a meter el material en el ciclo de producción. Destruir para volver a crear. En Costa de Marfil no lo hacen: con lo que tienen, mucho trabajo y más imaginación se dedican a recuperar, pero no a reciclar.

Mención aparte merece el cartón. El papel usado, su único destino posible es el reciclado. De acuerdo. Pero el cartón puede ser reutilizado y recuperado antes de pasar al reciclado. Y además tiene un buen precio, por lo que entre cartoneros (ilegales) y empresas de reciclado (que se supone pagan sus impuestos) viven gracias a convencer a la población de dos cosas: que hay que reciclar y que no tiene valor.
No tendrá valor, pero tiene un buen precio.
Muchas empresas recuperan el valor del cartonaje. Día, AhorraMás, todos los hipermercados. Pero a las pequeñas empresas y las personas de a pie se nos ha convencido que no puede venderse en un chamarilero (¿qué ha pasado con ellos?). Porque hay que colaborar con el medio ambiente.
¿Alguien nota la contradicción?

lunes, 10 de noviembre de 2008

¿Reciclar? ¡Pero qué dices!

Cuando yo era joven y escuchaba una voz que decía: "Carlos, baja a la bodega y compra una gaseosa" lo primero que hacía era coger el casco.
El Casco. Ni de bombero, ni de currante en una obra. La botella de gaseosa vacía, porque si no, no te daban una llena.
Muchos años después, leí como un periodista novato se asombraba porque las personas de edad reciclaban más que los jóvenes.
A la fuerza. Estaban acostumbrados desde pequeños que el vidrio, el papel y casi todo lo demás tenía valor.
Se vendía el cable antiguo. Se vendían los periódicos viejos. Se vendían los viejos electrodomésticos. Por casi nada, pero tenían un valor.
Ahora todas esas cosas siguen teniendo valor. Lo que han perdido es el precio.
Se espera de nosotros que reciclemos. Que regalemos el valor del cartón, del papel, del vidrio a empresas por el bien del medio ambiente. No tienen valor hasta que los depositamos en el contenedor correspondiente. Entonces sí valen, a la empresa que se dedica a revenderlo.
¿Por qué reciclar?
Porque no nos han dejado otra salida.
Pero hay personas que no olvidamos las tres R: Reutilizar, Recuperar, Reciclar. Y el orden es importante.
Claro que a las empresas, mantener el circuito de reutilización les cuesta dinero. Bebidas, yogures, etc. Sin contar con las magdalenas empaquetadas individualmente y cosas así. Es mejor que el usuario pague y ya está.

Todo esto volvería a los orígenes en el instante en el que el gobierno estableciera un impuesto de sociedades (empresas) en función de su capacidad de reutilizar envases. Un tipo mínimo del 20% si reutilizan. Un 30% si su material es recuperable. Y un 40 ó 50 % si su producción no lo es.

Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?

martes, 4 de noviembre de 2008

Desde mi jardín

Una vez tuve oportunidad de hablar con un Ingeniero Agrónomo. Se me ocurrió hacerle la siguiente pregunta: "¿Cuál es el cultivo más caro y más inútil?". Pasando de la larga mirada que me lanzó, la respuesta fue obvia: El Césped.

Alguien puede opinar que el césped hace bonito, y produce oxígeno. Lo primero es cuestión de opinión, lo segundo es materia de discusión: la cantidad de gas carbónico que gastamos en mantener el césped en condiciones (cortadora de césped, cortadora de bordes, abonos artificiales, etc.) puede compensar la balanza, y negativamente.

Así pues, ¿porqué mantener un pedazo de césped en tu jardín?

Aparte de que hace bonito, y puedes colocar la toalla sin mancharla mucho, ¿para qué sirve?

Pero el césped no tiene, realmente, la culpa. No es un cultivo inútil por sí, sino porque lo queremos de esa manera.

Supongamos que hubiera un método para convertir el césped en productivo. Y que ahorrara gastos. Mi solución preferida se llama "Oveja".
Una oveja convierte un césped caro, bonito e improductivo en un césped igual de bonito, barato y productivo. Todo un logro de la ciencia.
Las ovejas producen leche, lana y carne. Todo consecuencia de eso que tiramos semanalmente al cortar el césped. Y sin consumo de aparatos carísimos ni combustible fósil. Además las ovejas producen naturalmente unas bolitas de abono que son ideales para para mantener un césped en perfectas condiciones.
¿Porqué no se usan ovejas, entonces?
Por una cuestión estética. Las bolitas de abono producto de las ovejas tienen un ligero olor, muy ligero, y un color inapropiado. Las bolitas de abono que se compran para el césped (alguien tenía que inventarlas, no era difícil) tienen otro olor y un precioso color azul.
Espero que pronto inventen ovejas con caca color azul. Serían la bomba.