lunes, 10 de noviembre de 2008

¿Reciclar? ¡Pero qué dices!

Cuando yo era joven y escuchaba una voz que decía: "Carlos, baja a la bodega y compra una gaseosa" lo primero que hacía era coger el casco.
El Casco. Ni de bombero, ni de currante en una obra. La botella de gaseosa vacía, porque si no, no te daban una llena.
Muchos años después, leí como un periodista novato se asombraba porque las personas de edad reciclaban más que los jóvenes.
A la fuerza. Estaban acostumbrados desde pequeños que el vidrio, el papel y casi todo lo demás tenía valor.
Se vendía el cable antiguo. Se vendían los periódicos viejos. Se vendían los viejos electrodomésticos. Por casi nada, pero tenían un valor.
Ahora todas esas cosas siguen teniendo valor. Lo que han perdido es el precio.
Se espera de nosotros que reciclemos. Que regalemos el valor del cartón, del papel, del vidrio a empresas por el bien del medio ambiente. No tienen valor hasta que los depositamos en el contenedor correspondiente. Entonces sí valen, a la empresa que se dedica a revenderlo.
¿Por qué reciclar?
Porque no nos han dejado otra salida.
Pero hay personas que no olvidamos las tres R: Reutilizar, Recuperar, Reciclar. Y el orden es importante.
Claro que a las empresas, mantener el circuito de reutilización les cuesta dinero. Bebidas, yogures, etc. Sin contar con las magdalenas empaquetadas individualmente y cosas así. Es mejor que el usuario pague y ya está.

Todo esto volvería a los orígenes en el instante en el que el gobierno estableciera un impuesto de sociedades (empresas) en función de su capacidad de reutilizar envases. Un tipo mínimo del 20% si reutilizan. Un 30% si su material es recuperable. Y un 40 ó 50 % si su producción no lo es.

Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?

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