lunes, 9 de marzo de 2009

Palabras necias

Últimamente estoy escuchando por la radio una cuña publicitaria en la que el padre de familia, en lugar del habitual grito: "¡A cenar!" utiliza el móvil para llamar al resto de la familia, dado que resulta muy barato con la oferta.
Barato no es exactamente igual a gratis.
Lo que coincide con otra oferta de otra operadora, esta en televisión, en la que unos amigos se llaman para pasar una velada "pizza y peli". También están en la misma casa y terminan sentados todos en el sofá y llámándose aún por el móvil para preguntar por la pizza y la peli.
Ridículo. Estúpido.
¿No hay alguna manera de volver a colgar a esos publicistas hasta que estén maduros? De algún órgano que les produzca dolor, preferiblemente.
Solo falta que alguien llegue a demostrar que las radiaciones que emite un móvil no son totalmente inicuas. O que depende de la frecuencia de uso. Hasta ahora, a pesar de las gratuitas afirmaciones en contra, se está empezando a sospechar para las antenas de las operadoras. Las de los móviles son mucho menos potentes, y mucho más cercanas. Lo uno por lo otro.
En "El jinete en la onda de shock", John Brunner hace que unas personas con cerebro puedan reorganizar el país y el gobierno. Y establecen tres variables para clasificar los trabajos-oficios. Según eso, determinadas personas tendrían que pagar el 90% de sus ingresos en impuestos: los publicistas, por ejemplo.
¡Qué buena idea! ¿Y si la adoptamos?

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