lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Feliz Navidad!

Por fin ha llegado. Como todos los años, al final. Descansaremos alumnos y profesores, habrá villancicos, obras de teatro escolar, belenes. Se pintarán cristales y pondremos el árbol.
¿Natural o artificial?
Por supuesto, por supuesto, natural. Eso decía yo. Hasta que descubrí que un árbol en casa en Navidad es un árbol muerto. Lo que devolví -por supuesto, me aseguré de comprarlo en un sitio que prometía replantarlo- estaba, si no muerto, sí a punto de fallecer.
Nunca más. El año siguiente me compré un árbol sintético, sabiendo que, a pesar de todo, me duraría muchos años. Eso estaba y está en mis manos. Lo cuido mucho, sabiendo que ha de durar.
La otra opción es no tener árbol. Pero, ¿quién discute con una hija pequeña?
Nosotros. Continuamente. En algún sitio hay que ceder, y yo he cedido en el árbol. Con condiciones. Un árbol, uno solo. Sintético.
Así que, en estos días de comilonas, despilfarro, contaminación lumínica y sonora...
¡Feliz Navidad!

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