lunes, 1 de diciembre de 2008

¡Qué miedo! (II) Nuclear

Como prometí hace unos días, toca hablar de la energía nuclear.
En mi apunte de hace una semana, dije que lo que más miedo me daba era que alguien, especialmente un político, dijera que “eso” era buenísimo, sin efectos secundarios, lo más de lo más. Que la palabra “inocuo” me hace estremecer, que “no pasa nada” me hace pensar en salir corriendo y que “totalmente seguro” me hace mirar a mi alrededor buscando dónde esconderme.
Bueno, pues con la energía nuclear es peor.
Todo el mundo con dos dedos de frente, con una conexión a Internet o con memoria sabe que la energía nuclear es peligrosa. Pues a pesar de eso, la belleza o fealdad de la energía nuclear depende, no tan siquiera del color del político de turno, sino de las circunstancias de ese político.
Socialistas franceses han defendido a muerte la energía nuclear mientras los socialistas españoles cerraban o intentaban cerrar centrales nucleares. ¿No pueden ponerse de acuerdo?
Sí claro. Los socialistas españoles de ahora, defienden –las mismas caras, no otros distintos- la creación de centrales nucleares para reducir las emisiones de carbono a la atmósfera. Ha cambiado la situación, cambia el discurso.
Digámoslo claramente, para que nos entiendan: CHERNOBIL. Una chapuza gestionada por comunistas. ISLA DE LAS TRES MILLAS. Una cuasi-chapuza gestionada por el gobierno estadounidense de turno, las derechas. En esta competición de descerebrados, por ahora, ganan los rojos. A los puntos.
Ahora dicen que es limpia y barata. La fisión nuclear NO es limpia. La fusión, si algún día se consigue, seguramente tampoco. No es energía limpia, sino altamente contaminante. Y respecto a lo segundo…
La energía nuclear es barata porque, aunque el uranio es carísimo y con un precio no regulado por la ley de la oferta y la demanda, las empresas suministradoras de electricidad de origen nuclear cobran sólo una parte del coste.
Porque el coste es altísimo. Veamos: ¿Cuánto cuesta almacenar durante veinte mil años los residuos nucleares y mantener una vigilancia constante sobre su estado, evitando las fugas controladas o no?
Se supone que se puede inventar un sistema de almacenamiento de residuos nucleares en el que sean imposibles las fugas y no necesiten control.
Salvo que no existe o no se usa. Por ejemplo, en España. España prefiere que “otros” carguen con el muerto.
Y algunos de esos otros, lo tiran al mar y ya está.
A lo largo de mis muchos años he pasado del asombro –cuando aprendí sobre el tema- a posturas, más o menos anti-nucleares, en función de quién decía la estupidez más gorda.
Y a veces ganan los ecologistas-sandías.
Porque, aunque se pongan muy, muy tontos no se debe cerrar una central nuclear.
Y si quieres saber porqué, vas a tener que estudiar mucho.

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