lunes, 27 de abril de 2009

EL CANAL

Los madrileños tenemos el raro privilegio de disponer del Canal. Creado inicialmente para suministrar agua a la ciudad de Madrid, en la actualidad controla, prácticamente, el suministro de agua de toda la Comunidad Autónoma. Poco a poco, todas las ciudades y pueblos van cayendo bajo su influencia.
En realidad El Canal es un monopolio de agua. No hay río o regato que no tenga sus aguas retenidas y almacenadas para el suministro de agua. Tras El Canal los cauces están secos o conducen el agua de saneamiento de los pueblos y ciudades por donde pase. Otras necesidades, como el riego no vienen al caso: lo más importante es el suministro de agua. Claro que si quieres pagarlo...
Actualmente los embalses del canal están al 85% de su capacidad. Sin embargo la publicidad sobre el ahorro del agua continúa. El agua que ahorres hoy lo tendrás mañana. Mi esposa es una ferviente ahorradora de agua.
Yo no estoy tan seguro.
Almacenar agua en un embalse es perder agua. No sólo el agua que se filtra sino, sobre todo, el agua que se evapora. Si ahorro un litro de agua, el año que viene se habrá evaporado.
Luego están las conducciones. Unos cincuenta kilómetros de media de conducciones.
Por último llega a Madrid (o Alcobendas, o Móstoles), se almacena y se inunda de cloro. Entonces ya está lista para ser usada para limpiar las calles, regar los jardines, ser usada en la industria. Alguien debería sancionar al Canal por contaminación por cloro.
Salvo que es un ente público y está exento de amenazas como esa. El Canal puede pasar, por ejemplo, por encima de la confederación hidrográfica del Tajo sin problemas: es El Canal.
¿Cuanta agua de la recogida en los embalses termina en nuestros grifos? Contando la evaporación, las pérdidas en la conducción y otros usos calculo que cerca del diez por ciento, aunque estoy dispuesto a aceptar una tercera parte. Y ese agua, precisamente el agua que llega a nuestros grifos, es cuidadosamente recogida, escrupulosamente tratada -pagamos por ello- y graciosamente devuelta al río del que salió. De ahí, quedan seiscientos kilómetros hasta llegar a Lisboa. Seiscientos kilómetros en que puede ser usada otra vez, o muchas más.
Así que, ¿porqué ahorrar?
El día que El Canal se quede sin agua, seguramente se dará cuenta y hará algo inteligente, como imitar a Barcelona.
Personalmente lo dudo: es mucho más cómodo echar la culpa a las víctimas, quiero decir a los usuarios.

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