martes, 21 de abril de 2009

Madrid-Barcelona

No, no voy a hablar de fútbol, sino de agua. Agua potable.
Leí, hace un par de años, un artículo claro y esclarecedor sobre las diferencias entre Madrid y Barcelona a la hora de gestionar su agua potable. En Investigación y Ciencia, nada menos.
Resumiendo: Madrid tiene una gestión pública o semipública (El Canal), se basa en agua almacenada en embalses y tiene agua "de calidad" (ojo a las comillas, están ahí por algo).
Barcelona tiene gestión privada (Aguas de Barcelona); tiene un único embalse testimonial, gestionando, sobre todo, agua de pozo y su agua es tan buena que, para conseguir un buen cocido o una buena fabada, debes remojar las legumbres y cocinarlas con agua embotellada.
Además, Madrid está a seiscientos metros de altura y está en el centro de la Meseta. Barcelona está a pie de mar.
En consecuencia: Madrid tiene graves problemas de agua mientras en Barcelona las restricciones brillan por su ausencia. Lo único que hacen en Barcelona para garantizar el agua es arar anualmente el cauce del río Llobregat, para aumentar la cantidad de agua que pasa al subsuelo.
Por supuesto, después de eso, se pasaron un par de meses sin llover en el Pirineo, comenzaron las restricciones, los políticos empezaron a exigir un trasvase desde la desembocadura del Ebro y, mientras tanto, traer agua en barco desde Valencia, Baleares ó Almería.
Lugares que no se caracterizan, precisamente, por su abundancia de agua.
También, por supuesto, en Aragón pusieron el grito en el cielo, porque dicen que el Ebro es suyo aunque desemboque en Tarragona.
Todo terminó con un par de días de lluvia que volvieron a llenar el embalse. Y, como ya no es noticia, sigo sin saber si el trasvase se hizo o se está esperando a la próxima vez.
A mí todo eso me suena a envidia del Canal. Que es de lo que hablaré en mi próxima entrada.

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